jueves, 26 de agosto de 2010

Para que Tengan un dia de descanso todo esto ocurrio....

En noviembre de 1884 se celebró en Chicago el IV Congreso de la American Federation of Labor, en el que se propuso que a partir del 1º de mayo de 1886 se obligaría a los patronos a respetar la jornada de 8 horas y, si no, se iría a la huelga.

En 1886, el Presidente de los Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo las 8 horas de trabajo diarias. Como esta ley no se cumplió las organizaciones laborales y sindicales de Estados Unidos se movilizaron. Llegada la fecha, los obreros se organizaron y paralizaron el país productivo con más de cinco mil huelgas.

La magnitud de la lucha fue tal, que la Federación de Gremios y Uniones Organizadas afirmó: “Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas industriales...”. Pero, en Chicago la represión patronal fue brutal. En una concentración estalló una bomba y murió un policía. Se ordenó el arresto de los culpables y comenzó un proceso de allanamientos de imprentas de domicilios privados y de persecución. Hubo ocho detenidos y fueron condenados a la horca. A ellos se los llamó “Mártires de Chicago”, por la injusta condena realizada en esa ciudad norteamericana.

lunes, 23 de agosto de 2010

dia del trabajador


El Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo, es la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial.

Desde su establecimiento en la mayoría de países (aunque la consideración de día festivo fue en muchos casos tardía) por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de laSegunda Internacional, celebrado en París en 1889, es una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas anarquistasfueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en lahuelga iniciada el 1 de mayo1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket. En la actualidad es una fiesta reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general, se celebra muchos de los países. de

Llamativamente, en los Estados Unidos no se celebra esta conmemoración. En su lugar se celebra el Labor Day1882 en un desfile realizado en Nueva York y organizado por la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo (Knights of Labor, en inglés). El presidente Grover Cleveland, auspició la celebración en septiembre por temor a que la fecha de mayo reforzase el movimiento socialista en los Estados Unidos

Día Internacional del Trabajador!


Desde su establecimiento en la mayoría de países (aunque la consideración de día festivo fue en muchos casos tardía) por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en parís en 1889, es una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket. En la actualidad es una fiesta reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general, se celebra en muchos de los países.

miércoles, 18 de agosto de 2010

El 1° de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Trabajo en homenaje a los llamados Mártires de Chicago, grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886 por participar en luchas reivindicatorias para conseguir una jornada de trabajo de ocho horas, ya que en esa época era usual que la misma fuera de 12 y 16 horas diarias, pudiendo llegar, según la legislación norteamericana, a las 18.

En 1884 la Federación de Trabajadores de los Estados Unidos y Canadá convocó a los trabajadores para luchar por la jornada laboral de ocho horas, declarando, en forma unilateral, que los obreros iban a cumplirla a partir del 1° de mayo de 1886. El lema era: "Ocho horas para el trabajo, ocho para el sueño y ocho para la casa".

En 1886, el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó una ley (ley Ingersoll) estableciendo ocho horas de trabajo diario. Como los empleadores se negaron a acatarla, los trabajadores de la ciudad industrial de Chicago iniciaron una huelga el 1º de mayo, que comenzó con una manifestación de más de 80.000 trabajadores liderados por Albert Pearsons. A partir de allí el conflicto se fue extendiendo a otras ciudades de Estados Unidos, entrando en paro más de 400.000 obreros en 5000 huelgas simultáneas. La magnitud del conflicto causó preocupación al gobierno y al sector empresarial, que creyeron ver en las manifestaciones y huelgas el inicio de una revolución anarquista.

En Chicago las movilizaciones continuaron el 2 y 3 de mayo con violentos enfrentamientos entre los huelguistas y la policía. El punto culminante se produjo el 4 en la plaza Haymarket, en la que 20.000 obreros enfrentaron a casi 200 policías. Durante la manifestación, una bomba, cuyo origen no pudo ser determinado, mató e hirió a varios policías. La policía abrió fuego matando e hiriendo a un gran número de trabajadores. El gobierno declaró el estado de sitio y toque de queda, deteniendo a numerosos huelguistas. Los paros cesaron y los obreros volvieron a sus trabajos.

El 21 de junio de 1886 comenzó el juicio a 31 obreros acusados de haber sido los promotores del conflicto. Todos fueron condenados, dos de ellos a cadena perpetua, uno a 15 años de trabajos forzados y cinco a la muerte en la horca.

Luego, las empresas comenzaron a aceptar la jornada de 8 horas, que fue universalizándose. En 1889 el congreso en París de la Segunda Internacional (organización formada por los partidos socialistas y laboristas) acordó celebrar el Día del Trabajador el 1° de mayo de cada año.

Comienza a surgir el derecho del trabajo como un conjunto de mecanismos tendientes a proteger al trabajador (parte débil de la relación) de los abusos, y como forma de encauzar los conflictos sociales a través de la negociación, el diálogo y la composición, con la finalidad de desterrar la violencia de las sociedades.

jueves, 12 de agosto de 2010

¿SOMOS REALMENTE CONCIENTES DE ESTO?(part 4)

[...]

Muchas voces en el mundo se elevaron para pedir se indulte a los sentenciados. La tiranía mata por cobardía, por temor; pero las ideas no mueren ni por estrangulamiento. “A lo largo de la historia, el origen de la violencia ha sido la propiedad privada”(A. Spies). A dos de los condenados les cambiaron la pena por cadena perpetua. El joven Louis Lingg en su celda, vísperas de la ejecución, en desacato final, se voló la tapa de los sesos con un fulminante de dinamita.

El mediodía del viernes 11 de noviembre de 1887 cuatro hombres (Spies, Engel, Parsons y Fischer) cubiertos con togas blancas subieron al patíbulo. Spies habló mientras el verdugo le cubría la cabeza con la capucha: “Llegará un tiempo en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que ustedes hoy estrangulan”. Parsons gritó: “¡Permítame hablar, sheriff Matson! Que se oiga la voz del pueblo…” La gruesa cuerda de esparto ahogó esas palabras que resonaran por siempre...

Acompañaron sus funerales decenas de miles de personas. Las fábricas empezaron a reducir a ocho horas. El ejemplo de los “Mártires de Haymarket” sigue inspirando a los que luchan contra las injusticias y la explotación y su recuerdo se revive cada Primero de Mayo. La adversidad de los migrantes, la presente situación de la masa proletaria no actualiza esta historia?

¿SABREMOS RESPONDER?
Los necios no aprenden de la historia. Al concluir nos asalta una interrogación. Para evitar los inútiles costos de la confrontación y en el entendido de que ha de prevalecer la inteligencia y la civilización, exploramos con convicción la corriente de la mediación y el diálogo; mas ¿qué sucede cuando los dueños del poder político o económico envilecen el diálogo y lo usan frívolamente como ardid? ¿Las masas no recuperan el derecho de irrumpir por sus fueros y hacer uso de otros medios? ¿Podremos por convicción o conveniencia evitarlo?

JUBILADOS Y MADRES QUE TRABAJAN
El Congreso de la II Internacional, realizado en París en 1889, declaró al primero de mayo “Día de la Solidaridad Internacional de los Trabajadores”. Y así es como debemos conmemorar y entenderlo: Día de la Solidaridad de los Trabajadores. No es, pues, simplemente el “Día del Trabajo”. En el momento actual los que demandan, en primera línea, nuestra solidaridad, son los trabajadores jubilados, su causa debe ser la causa de todos. Su injustificada situación no es tan solo ocasionada por los gobiernos, como señalan algunos empresarios queriendo desentenderse de su responsabilidad; pues resulta que los gobiernos siempre han sido representantes y exponentes de los intereses empresariales. No obstante, todos debemos comprometernos en darles una solución ya y ahora. Los trabajadores jubilados no tienen tiempo para esperar.

Después del primero de mayo se celebra del Día de la Madre. Podemos hablar, entonces, con solidaridad, de un doble tributo, en una sola intención, en una sola persona: a las madres trabajadoras como síntesis de madre y trabajo. Exaltando el trabajo, Benjamín Constan dice que “el sudor del hombre es el mejor abono para la tierra”, parafraseando: el sudor de la madre es abono para la vida; tal vez por eso Dumas escribió “la maternidad es el patriotismo de las mujeres”. La madre trabajadora construye la Patria criando bien a sus hijos y faenando la existencia de su hogar y su familia, en su propia casa o buscando un pan fuera de ella. Su sacrificio generoso nunca es suficientemente compensado. En su inmensa entrega ella se resarce, como suya, en la felicidad de sus hijos.

El homenaje, no un día, ¡ojalá todos los días de la vida!

¿SOMOS REALMENTE CONCIENTES DE ESTO?(part 3)

[...]

4 DE MAYO
Fischer y Engel, otros de los dirigentes, promovieron para este día en la plaza de Haymarket (mercado del heno), un mitin para protestar contra la matanza. Se concentraron varios miles de obreros. Se inició a las siete y media de la noche. Los oradores fueron Spies, Parsons y Fielden. Fueron discursos esclarecedores no de incitación. Cuando intervenía Fielden, empezó a llover y más de la mitad de los asistentes se retiraron. El mitin estaba por concluir, cuando se escucharon botas que chapoteaban arrogantes cruzando la plaza. Un numeroso grupo de policías fue a apostarse desafiante junto al vagón que servía de tribuna.

Los policías tenían un “plan trazado para provocar un incidente” que –como siempre- justifique la represión, la persecución y la destrucción del movimiento y de sus dirigentes. Los sucesos se dieron vertiginosamente. Un oficial exigió a los manifestantes que abandonen la plaza, Fielden bajando del vagón apenas pudo responder “Nuestro mitin es pacífico…” Ese momento estalló entre los grupos de la policía una bomba. Muchos se desplomaron y uno cayó muerto. La fuerza medrosa abrió fuego al acaso. Los trabajadores corrieron. En tan solo segundos cayeron varios muertos y centenares de heridos. La prensa capitalista que en todo el proceso venía desinformando y azuzando contra los obreros se desató furiosa y acometió a los sindicalistas, calificó al mitin de “multitud embrutecida” (Chicago Tribune). “Estas serpientes se han calentado y alimentado bajo el sol de la tolerancia hasta que, al final, se han envalentonado para atacar la sociedad, el orden público y el gobierno”. Es hora de “infundir un miedo benéfico” entre los trabajadores. Por otro lado se rotulaba a los policías como “héroes de la ley y el orden público”.

CACERÍA Y PATÍBULO
De inmediato comenzó la cacería y los registros generales. Se encarcelaron a todos los activistas y se inició causa contra los principales dirigentes: Ausgust Spies, Michael Schwab, Samuel Fielden, Albert R. Parsons, Adolph Fischer, George Engel, Louis Lingg y Oscar Neebe. La acusación era el asesinato del policía Mathias J. Degan en la plaza de Haymarket. De los ocho indiciados solo dos estuvieron presentes en la plaza; no obstante, el New Cork Tribune, reclamaba que “todos los líderes obreros fuesen ejecutados de inmediato”. El Gran Jurado se constituyó, no como debió hacerse, por sorteo; se seleccionó de entre 981 candidatos, a doce sujetos que profesaban “un odio abierto a los obreros”; el alguacil, al igual que los escogió, garantizó, con desparpajo, la horca como desenlace. Sin pérdida de tiempo, el 17 de mayo se reunió e instauró el llamado “Proceso de Haymarket”. El juicio se fijó para el día 21 de junio ante la Audiencia Criminal de Cook County. Antes de iniciado el juicio, se conocía el destino fatal de los acusados. Mientras se armaba el tinglado judicial se construía el cadalso para la ejecución. Se había dado comienzo a un “linchamiento legal”.

La policía no logró capturar a Partson; éste al conocer del proceso, con valerosa lealtad prorrumpió una mañana en la sala y fue a sentarse en el banquillo junto a sus compañeros. “Me matarán -dijo- pero no he podido quedarme en libertad conociendo que mis camaradas están aquí y se verían castigados por algo que, igual que yo, son inocentes” El juez Joseph E. Gary y el fiscal Julius S. Grinnell desempeñaron el papel de verdugos y serviles cumplidores del mandato de sus amos. Se presentaron testigos comprados, perjuros y contradictorios. Nunca se supo quien arrojó la bomba.

Los acusados encontraron la oportunidad de reiterar su convicción y compromiso. Spies recalcó: “Estas son mis ideas, no puedo renunciar a ellas… si queréis condenar a la gente a la pena capital porque se ha atrevido a decir la verdad –yo os desafío a citar una sola mentira que hayamos dicho– si la muerte es la pena que se impone al que proclama la verdad, ¡pagaré ese elevado precio desafiante y orgullosamente! Llamad a vuestro verdugo”. Louis Lingg, a sus veintiún años de edad, declaró: “EE.UU. es un país de tiranía capitalista y del más cruel despotismo policiaco… Desprecio vuestro orden, vuestras leyes, vuestra autoridad basados en la fuerza. ¡Colgadme por ello!” Adolph Fischer denunció: “Sé que es imposible convencer a los que mienten por oficio: a los asalariados directores de la prensa capitalista, quienes cobran por sus mentiras”.

Al bajar el telón el fiscal se pronunció: “condenen a estos hombres para aleccionar a los demás, ahórquenles para salvar nuestras instituciones, nuestra sociedad”. El 20 de agosto se dictó el veredicto de culpabilidad. No se los condenó por la acción de matar a un policía, “los juzgaron por el crimen de dirigir a los oprimidos”, se los iba a matar por la acción de atentar contra el sistema. A pesar de que en el proceso se demostró que éste era perverso, oprobioso e injusto. Los defensores: William P. Black, William A. Foster, Sigmund Zeiser y Moses Salomori, apelaron en septiembre ante el Tribunal Supremo, el cual reconociendo que existieron errores en el proceso y ausencia de pruebas, confirmó el dictamen del jurado. El 9 de octubre se pronunció la sentencia: los siete fueron condenados a muerte y Oscar Neebe a 15 años de trabajos forzados.[...]

¿SOMOS REALMENTE CONCIENTES DE ESTO?(part 2)

[...]

INVIERNO DE 1872
Un año después de la Comuna de París, en Chicago, miles sin hogar y hambrientos a causa del Gran Incendio, hicieron manifestaciones pidiendo ayuda. Muchos llevaban en pancartas inscritas las palabras “Pan o sangre”. Recibieron sangre. Corridos al túnel debajo del río Chicago, fueron abaleados y golpeados.

Después de 1877, las dos clases entendieron bien que pronto estallarían nuevos conflictos. En el horizonte, la burguesía veía una “Comuna Americana” y preparaba medidas sangrientas para reprimirla; en las ciudades principales convirtió los arsenales en fortalezas; transformó la Guardia Nacional en un ejército moderno con armas modernas –ametralladoras Gatling– contrató grandes ejércitos privados de informantes, matones y pinkertons –guardias privados–” (Del Obrero Revolucionario, No. 351, 14.4.1986).

Los empresarios gozaban de sus propias asociaciones y tomaron providencias para evitar la unión de los trabajadores. Se dictó la prohibición a la huelga, a la asociación, y respecto de los activistas se elaboraban “listas negras” de modo que quienes constaban en ellas no podían ser contratados en ninguna empresa. En la revista The North American Review se leía: “en EE.UU. nada garantiza al hombre el primero y más grande de todos sus derechos inalienables; el que el trabajador debe tener a todos los frutos de su trabajo”. De las propias estadísticas oficiales se establecía que los obreros recibían apenas el 15% de los bienes materiales que producían, apropiándose del 85% restante un puñado de dueños del capital.

LA ORGANIZACIÓN
En 1882 lograron el reconocimiento al derecho de organización. Pero es a fines de los años setenta y comienzo de los ochenta, particularmente, durante la crisis económica (1882-1885) que aparecen las primeras uniones o sindicatos en los estados de mayor concentración obrera e industrial (Nueva York, Pennsylvania, Massachusetts, Ohio e Illinois).

Más allá de las exigencias de los trabajadores europeos de limitar la jornada a diez y doce horas, se empezó a considerar que las nuevas condiciones tecnológicas y sociológicas, la debían reducir a ocho horas, y por ello ésta se constituyó en la principal reivindicación de la clase obrera. El Cuarto Congreso de la Federación Norteamericana del Trabajo (AFL), realizado el 7 de octubre de 1884, por moción presentada por Gabriel Edmonston, resolvió que a partir del primero de mayo de 1886 la jornada de trabajo duraría ocho horas. La consigna decía: “Un día de rebelión, no de descanso!… Un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y la guerra de todo tipo. Un día en que comenzar a disfrutar ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos dé la gana”.

La imagen de la jornada de ocho horas, a los dueños del capital les pareció una sandez y un disparate, pero entre los obreros logró gran poder de convocatoria. Con tal propósito desde comienzos del año 86 se multiplicaron las huelgas. La efervescencia de los acontecimientos comprometió a un grupo de anarcosindicalistas, entre ellos Albert Parsons y August Spies, quienes dirigían la prensa obrera y daban orientación a los trabajadores, uno de sus postulados decía: “la libertad sin igualdad es pura mentira”. En 1876 se había fundado el Partido Obrero Socialista de América, pero en Chicago, en cambio, sus dirigentes, se desentendieron de la lucha obrera porque estaban embelesados debatiendo en la arena parlamentaria.

PRIMERO DE MAYO
Llegó el Primero de Mayo. En la fábrica de maquinaria agrícola Mackormic Reaper, en medio de la agresión y provocación diaria de esquiroles protegidos por la policía, se desarrollaba una huelga. El 3 de mayo, Spies se presentó para animar a los huelguistas con uno de sus tantos discursos. Le escuchaban alrededor de 6000 obreros cuando apareció la policía para escoltar a los rompehuelgas que en ese momento salían de la planta. No pudo concluir su intervención. Los precursores del Pentágono guardaban intenciones de cortar todo de raíz y apurar el desenlace, las instrucciones eran amedrentar y escarmentar. La ira demostrada por los trabajadores frente a los esquiroles fue razón suficiente para que la policía abra fuego, mate a seis y hiera a muchos de los reunidos. Esa misma noche Spies escribió …esta tarde mataron a seis de sus hermanos de la fábrica Mackormic, les mataron porque ellos, igual que ustedes, tuvieron el coraje de desobedecer la suprema voluntad de sus dueños. Les mataron porque habían osado pedir que se le redujera las horas del trabajo pesado. Les mataron para demostrarles a ustedes “libres ciudadanos de América”, que deben estar satisfechos y contentos por lo que sus amos tengan la condescendencia de permitirles, si no quieren ser asesinados…”[...]