En 1886, el Presidente de los Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo las 8 horas de trabajo diarias. Como esta ley no se cumplió las organizaciones laborales y sindicales de Estados Unidos se movilizaron. Llegada la fecha, los obreros se organizaron y paralizaron el país productivo con más de cinco mil huelgas.
La magnitud de la lucha fue tal, que la Federación de Gremios y Uniones Organizadas afirmó: “Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas industriales...”. Pero, en Chicago la represión patronal fue brutal. En una concentración estalló una bomba y murió un policía. Se ordenó el arresto de los culpables y comenzó un proceso de allanamientos de imprentas de domicilios privados y de persecución. Hubo ocho detenidos y fueron condenados a la horca. A ellos se los llamó “Mártires de Chicago”, por la injusta condena realizada en esa ciudad norteamericana.
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