jueves, 12 de agosto de 2010

¿SOMOS REALMENTE CONCIENTES DE ESTO?(part 3)

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4 DE MAYO
Fischer y Engel, otros de los dirigentes, promovieron para este día en la plaza de Haymarket (mercado del heno), un mitin para protestar contra la matanza. Se concentraron varios miles de obreros. Se inició a las siete y media de la noche. Los oradores fueron Spies, Parsons y Fielden. Fueron discursos esclarecedores no de incitación. Cuando intervenía Fielden, empezó a llover y más de la mitad de los asistentes se retiraron. El mitin estaba por concluir, cuando se escucharon botas que chapoteaban arrogantes cruzando la plaza. Un numeroso grupo de policías fue a apostarse desafiante junto al vagón que servía de tribuna.

Los policías tenían un “plan trazado para provocar un incidente” que –como siempre- justifique la represión, la persecución y la destrucción del movimiento y de sus dirigentes. Los sucesos se dieron vertiginosamente. Un oficial exigió a los manifestantes que abandonen la plaza, Fielden bajando del vagón apenas pudo responder “Nuestro mitin es pacífico…” Ese momento estalló entre los grupos de la policía una bomba. Muchos se desplomaron y uno cayó muerto. La fuerza medrosa abrió fuego al acaso. Los trabajadores corrieron. En tan solo segundos cayeron varios muertos y centenares de heridos. La prensa capitalista que en todo el proceso venía desinformando y azuzando contra los obreros se desató furiosa y acometió a los sindicalistas, calificó al mitin de “multitud embrutecida” (Chicago Tribune). “Estas serpientes se han calentado y alimentado bajo el sol de la tolerancia hasta que, al final, se han envalentonado para atacar la sociedad, el orden público y el gobierno”. Es hora de “infundir un miedo benéfico” entre los trabajadores. Por otro lado se rotulaba a los policías como “héroes de la ley y el orden público”.

CACERÍA Y PATÍBULO
De inmediato comenzó la cacería y los registros generales. Se encarcelaron a todos los activistas y se inició causa contra los principales dirigentes: Ausgust Spies, Michael Schwab, Samuel Fielden, Albert R. Parsons, Adolph Fischer, George Engel, Louis Lingg y Oscar Neebe. La acusación era el asesinato del policía Mathias J. Degan en la plaza de Haymarket. De los ocho indiciados solo dos estuvieron presentes en la plaza; no obstante, el New Cork Tribune, reclamaba que “todos los líderes obreros fuesen ejecutados de inmediato”. El Gran Jurado se constituyó, no como debió hacerse, por sorteo; se seleccionó de entre 981 candidatos, a doce sujetos que profesaban “un odio abierto a los obreros”; el alguacil, al igual que los escogió, garantizó, con desparpajo, la horca como desenlace. Sin pérdida de tiempo, el 17 de mayo se reunió e instauró el llamado “Proceso de Haymarket”. El juicio se fijó para el día 21 de junio ante la Audiencia Criminal de Cook County. Antes de iniciado el juicio, se conocía el destino fatal de los acusados. Mientras se armaba el tinglado judicial se construía el cadalso para la ejecución. Se había dado comienzo a un “linchamiento legal”.

La policía no logró capturar a Partson; éste al conocer del proceso, con valerosa lealtad prorrumpió una mañana en la sala y fue a sentarse en el banquillo junto a sus compañeros. “Me matarán -dijo- pero no he podido quedarme en libertad conociendo que mis camaradas están aquí y se verían castigados por algo que, igual que yo, son inocentes” El juez Joseph E. Gary y el fiscal Julius S. Grinnell desempeñaron el papel de verdugos y serviles cumplidores del mandato de sus amos. Se presentaron testigos comprados, perjuros y contradictorios. Nunca se supo quien arrojó la bomba.

Los acusados encontraron la oportunidad de reiterar su convicción y compromiso. Spies recalcó: “Estas son mis ideas, no puedo renunciar a ellas… si queréis condenar a la gente a la pena capital porque se ha atrevido a decir la verdad –yo os desafío a citar una sola mentira que hayamos dicho– si la muerte es la pena que se impone al que proclama la verdad, ¡pagaré ese elevado precio desafiante y orgullosamente! Llamad a vuestro verdugo”. Louis Lingg, a sus veintiún años de edad, declaró: “EE.UU. es un país de tiranía capitalista y del más cruel despotismo policiaco… Desprecio vuestro orden, vuestras leyes, vuestra autoridad basados en la fuerza. ¡Colgadme por ello!” Adolph Fischer denunció: “Sé que es imposible convencer a los que mienten por oficio: a los asalariados directores de la prensa capitalista, quienes cobran por sus mentiras”.

Al bajar el telón el fiscal se pronunció: “condenen a estos hombres para aleccionar a los demás, ahórquenles para salvar nuestras instituciones, nuestra sociedad”. El 20 de agosto se dictó el veredicto de culpabilidad. No se los condenó por la acción de matar a un policía, “los juzgaron por el crimen de dirigir a los oprimidos”, se los iba a matar por la acción de atentar contra el sistema. A pesar de que en el proceso se demostró que éste era perverso, oprobioso e injusto. Los defensores: William P. Black, William A. Foster, Sigmund Zeiser y Moses Salomori, apelaron en septiembre ante el Tribunal Supremo, el cual reconociendo que existieron errores en el proceso y ausencia de pruebas, confirmó el dictamen del jurado. El 9 de octubre se pronunció la sentencia: los siete fueron condenados a muerte y Oscar Neebe a 15 años de trabajos forzados.[...]

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