jueves, 12 de agosto de 2010

¿SOMOS REALMENTE CONCIENTES DE ESTO?(part 4)

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Muchas voces en el mundo se elevaron para pedir se indulte a los sentenciados. La tiranía mata por cobardía, por temor; pero las ideas no mueren ni por estrangulamiento. “A lo largo de la historia, el origen de la violencia ha sido la propiedad privada”(A. Spies). A dos de los condenados les cambiaron la pena por cadena perpetua. El joven Louis Lingg en su celda, vísperas de la ejecución, en desacato final, se voló la tapa de los sesos con un fulminante de dinamita.

El mediodía del viernes 11 de noviembre de 1887 cuatro hombres (Spies, Engel, Parsons y Fischer) cubiertos con togas blancas subieron al patíbulo. Spies habló mientras el verdugo le cubría la cabeza con la capucha: “Llegará un tiempo en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que ustedes hoy estrangulan”. Parsons gritó: “¡Permítame hablar, sheriff Matson! Que se oiga la voz del pueblo…” La gruesa cuerda de esparto ahogó esas palabras que resonaran por siempre...

Acompañaron sus funerales decenas de miles de personas. Las fábricas empezaron a reducir a ocho horas. El ejemplo de los “Mártires de Haymarket” sigue inspirando a los que luchan contra las injusticias y la explotación y su recuerdo se revive cada Primero de Mayo. La adversidad de los migrantes, la presente situación de la masa proletaria no actualiza esta historia?

¿SABREMOS RESPONDER?
Los necios no aprenden de la historia. Al concluir nos asalta una interrogación. Para evitar los inútiles costos de la confrontación y en el entendido de que ha de prevalecer la inteligencia y la civilización, exploramos con convicción la corriente de la mediación y el diálogo; mas ¿qué sucede cuando los dueños del poder político o económico envilecen el diálogo y lo usan frívolamente como ardid? ¿Las masas no recuperan el derecho de irrumpir por sus fueros y hacer uso de otros medios? ¿Podremos por convicción o conveniencia evitarlo?

JUBILADOS Y MADRES QUE TRABAJAN
El Congreso de la II Internacional, realizado en París en 1889, declaró al primero de mayo “Día de la Solidaridad Internacional de los Trabajadores”. Y así es como debemos conmemorar y entenderlo: Día de la Solidaridad de los Trabajadores. No es, pues, simplemente el “Día del Trabajo”. En el momento actual los que demandan, en primera línea, nuestra solidaridad, son los trabajadores jubilados, su causa debe ser la causa de todos. Su injustificada situación no es tan solo ocasionada por los gobiernos, como señalan algunos empresarios queriendo desentenderse de su responsabilidad; pues resulta que los gobiernos siempre han sido representantes y exponentes de los intereses empresariales. No obstante, todos debemos comprometernos en darles una solución ya y ahora. Los trabajadores jubilados no tienen tiempo para esperar.

Después del primero de mayo se celebra del Día de la Madre. Podemos hablar, entonces, con solidaridad, de un doble tributo, en una sola intención, en una sola persona: a las madres trabajadoras como síntesis de madre y trabajo. Exaltando el trabajo, Benjamín Constan dice que “el sudor del hombre es el mejor abono para la tierra”, parafraseando: el sudor de la madre es abono para la vida; tal vez por eso Dumas escribió “la maternidad es el patriotismo de las mujeres”. La madre trabajadora construye la Patria criando bien a sus hijos y faenando la existencia de su hogar y su familia, en su propia casa o buscando un pan fuera de ella. Su sacrificio generoso nunca es suficientemente compensado. En su inmensa entrega ella se resarce, como suya, en la felicidad de sus hijos.

El homenaje, no un día, ¡ojalá todos los días de la vida!

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